Nacer es un viaje complicado, quizás el más
costoso. Porque para ver la luz, el bebé no sólo tiene que atravesar un
canal estrecho y lleno de escollos, sino que también debe saber
adaptarse rápidamente a un medio que poco tiene que ver con el ambiente
cálido y acogedor en el que ha vivido hasta entonces.
Si el parto ha sido normal, la gestación no es de riesgo y no ha habido complicaciones, "lo primero que hay que hacer es colocar al bebé sobre el vientre o el pecho de su madre en contacto piel con piel", explica Maite Moral, neonatóloga del Hospital 12 de octubre de Madrid.
Esta maniobra tan sencilla aporta múltiples beneficios, ya que está demostrado que favorece el proceso de vinculación temprana entre madre e hijo y una mejor instauración de la lactancia materna, coincide Félix Castillo, jefe clínico del servicio de Neonatología del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona. Además, también contribuye a la estabilidad cardiorrespiratoria del bebé y a la regulación de su temperatura.
Mientras el niño está encima de su madre, "se puede realizar perfectamente el clampaje del cordón umbilical y las primeras valoraciones sobre las características vitales del niño", señala Moral. Y, "si el estado de salud del niño y de la madre lo permiten, se recomienda no separarles en unas dos horas", subraya.
"La tendencia en los últimos años es intervenir lo menos posible en ese periodo", apunta Alfonso González Laguillo, jefe de Pediatría del Hospital La Moncloa de Madrid. "Antes se aspiraban las secreciones, se utilizaban sondas, cremas, pero ahora se fomenta el contacto con la madre", añade.
En alerta
En estos primeros momentos de vida, el bebé recibe una importante descarga de adrenalina que le mantiene en estado de alerta y activa sus sentidos. "Por el olor y el color, el bebé es capaz de reconocer el pezón de su madre y dirigirse a él espontáneamente para realizar la primera succión", comenta Moral. Es importante respetar ese comportamiento instintivo "y luego ya se puede proceder a pesar al niño, comprobar su talla, su perímetro cefálico o en qué percentil está", señalan ambos neonatólogos.
Según los protocolos españoles, también suele administrarse en ese momento al bebé la profilaxis de la vitamina K (para reducir el riesgo de enfermedad hemorrágica) y una profilaxis oftálmica neonatal para evitar infecciones. En muchos hospitales, junto a esas medidas, también se pone la primera vacuna contra la hepatitis B.
Después de esas primeras horas, generalmente los recién nacidos entran en un periodo de descanso. "Eso sí, hay que saber que los recién nacidos suelen dormir en periodos cortos, poco profundos, que se despiertan a menudo y demandan el pecho", explica Moral. En ese sentido, es importante atenderles de forma temprana, reconocer sus signos iniciales de búsqueda, anticiparse al llanto y "olvidarse del reloj y los horarios".
Al contrario de lo que muchas veces se dice, continúa la especialista, "es fundamental coger a los niños en brazos, proporcionarles consuelo y que se sientan arropados. Ese es el comportamiento de los mamíferos y es lo que necesitan los bebés".
La primera exploración pediátrica completa del bebé se hace durante sus primeras 12 o 24 horas de vida, una vez que el pequeño y su madre ya han abandonado el paritorio. Antes del alta, se repetirá el chequeo, "se valorará su audición y, muy importante, se realizarán las pruebas para descartar diferentes enfermedades metabólicas -el famoso pinchazo en el talón-", sostiene González Laguillo. En este periodo, también se controlará si el bebé orina frecuentemente y si ha eliminado el meconio, el nombre que designa sus primeras deposiciones.
Los tres neonatólogos coinciden en señalar que en estos contactos periódicos con los profesionales, los padres -sobre todo los primerizos- aprovechan para preguntar dudas habituales.
"Los recién nacidos suelen presentar signos como espasmos, hipo, estornudos o temblores de la mandíbula que a veces resultan inquietantes para los padres", señala Castillo. "Pero son completamente normales, sobre todo si tenemos en cuenta que su cerebro está madurando", aclara.
Para garantizar la seguridad de los pequeños en esas primeras horas tras su nacimiento, es importante no abrigarles en exceso y acostarles boca arriba para reducir el riesgo de muerte súbita. Por la misma razón, tampoco se recomienda colocar peluches ni otro tipo de objetos en su cuna.
"Lo que más les gusta en esa primera etapa son las caras humanas. Los niños tienen capacidad para ver a una distancia similar a la que alcanza su mano y lo que más les divierte son las caras de sus padres sonriendo", comenta Moral. "También pueden reconocer sus voces, que ya oían de forma atenuada por el líquido amniótico, así que es importante estar con ellos y hablarles desde su nacimiento", añade.
Fuente: El Mundo España
Muy intereresante
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