Cuando el pasado 28 de febrero el ciudadano Jeff
Bush de Tampa, Florida (EEUU), se vio repentinamente engullido por la
tierra, desconocía que su casa nunca había sido más estable que un
castillo de naipes. No podía imaginar que un ligero golpe, el paso de un
coche, la rotura de una tubería o cualquier pequeña gota podría ser
capaz de colmar el vaso y derrumbar el castillo.
El terrorífico suceso tiene una explicación, sin embargo, mucho más
prosaica que cinematográfica. ¿Por qué se lo tragó la tierra? ¿Qué pasó
para que ni siquiera pudiera rescatarse su cuerpo? Según Antonio
Aretxabala, profesor de Geomorfología y Geotecnia en la Escuela de
Arquitectura de la Universidad de Navarra, hay que tener en cuenta el
proceso de progresivo deterioramiento del terreno.
La roca calcárea sobre la que se asienta toda la zona de Florida, y
especialmente Hillborough, el suburbio donde se produjo la tragedia, se
va disolviendo por diversos motivos y "queda una estructura muy porosa,
con muchos huecos por desaparición de partículas que denominamos en
Geotecnia estructura en castillo de naipes". Las altas temperaturas, la
humedad, las lluvias torrenciales y en general diversas fuerzas exógenas
hacen que los sedimentos que cubren los agujeros subterráneos se
desplacen, el sistema colapse y el frágil castillo se derrumbe.
Los geólogos norteamericanos siempre tienen en el punto de mira la
región de Florida y su 'sinkhole season' (temporada de socavones). Con
el inicio de la temporada de lluvias los agujeros en la tierra suelen
sucederse uno tras otro. "En su estado natural, es muy poco probable que
estos socavones colapsen. Pero al construirse en estas áreas
inestables, el agua de las tormentas se suele redirigir y acumular en
ciertas zonas, lo que provoca estas fracturas en la tierra", afirma
David Weary, geólogo del Instituto de Geología de EEUU.
Los casos en Florida son cada vez más comunes. Sólo en el condado de
Springhill, en la costa oeste del estado, se calcula que existen
actualmente 3.145 socavones. Uno por cada 31 residentes. Entre 2006 y
2010 el número de estos agujeros se ha triplicado. Y lo seguirá haciendo
si la población del estado del sur sigue creciendo: en 2015 alcanzará
los 20 millones de habitantes, lo que lo convertirá en el tercer estado
más poblado de EEUU.
Según el profesor Aretxabala, a pesar de la profusión de estos
sucesos, se sigue construyendo del mismo modo. "Las actuaciones
post-catástrofe se orientan mucho más hacia una exigencia de
recuperación de la situación igual a la anterior que hacia la
posibilidad de impulsar nuevas políticas para impulsar la resistencia
futura ", añade.
Una huida hacia adelante que alarma cada vez más a la población. El
problema ha alcanzado tal magnitud en los últimos años (según el
Instituto Geológico de Estados Unidos entre un 35 y un 40 % del país es
susceptible de sufrir problemas relacionados con estos agujeros) que
cada vez son más quienes exigen un seguro anti socavones, sabedores de
que las aseguradoras son reacias a incluirlos en sus pólizas.
Poco conocimiento sobre el terreno
La muerte de Jeff Bush es el primer caso en el que una persona se ve
engullida por el socavón y fallece por ello, y no por las consecuencias
catastróficas de un derrumbe. Sin embargo, no es el caso más grave que
ha ocurrido en el mundo. El pasado septiembre 19 trabajadores de una
fábrica en China fallecieron tras derrumbarse el edificio de 30 plantas
en el que se encontraban. En 2010 un masivo socavón en la ciudad de
Guatemala se convirtió en uno de los más profundos conocidos, mientras
que el producido en Winter Park, Florida, en 1981, que llegó a alcanzar
los 98 metros de largo, es el más grande registrado.
En España la situación no alcanza tal gravedad, pero existen diversos
ejemplos de catástrofes consecuencia de malos estudios previos del
terreno. "El hospital de Lorca estaba justo encima de una zona capaz de
amplificar las ondas sísmicas, el peor de los lugares para hacerlo",
comenta Aretxabala en relación al terremoto que azotó la ciudad murciana
en 2011 . Y en el año 1996, el camping de Biescas, en Huesca, se vio
arrasado por una riada por encontrarse en un abanico aluvial "cuyos
períodos de recurrencia se estimaban en cientos de años". "España tiene
que replantearse muchas cuestiones concernientes a la gestión, la
convivencia y el poder del agua", añade el investigador. El boom
inmobiliario propició la expansión sin límite de viviendas sin tener en
ningún momento en cuenta la idoneidad del terreno. La construcción en
ramblas, en zonas muy cercanas a cauces de ríos que pueden desbordarse,
provoca catástrofes cada año en las épocas de fuertes lluvias.
La necesidad de prevenir estos sucesos con un estudio previo del
terreno resulta evidente, pero, ¿qué ocurre con aquellas regiones donde
ya se ha construido, como en el poblado estado de Florida? En casos
moderados la solución pasa por el aislamiento con drenajes perimetrales o
zanjas de recogida de agua para aislar el agua, según Aretxabala. Pero
cuando el problema es mayor, solo cabe el desalojo y la declaración de
zona no habitable. En estados como Florida, el crecimiento urbanístico
masivo, la repetición de los mismos errores y el cortoplacismo
contribuyen a la proliferación de muchos más castillos de naipes que
pocos se niegan a evitar.
El fallido rescate de Jeff Bush, que ya ha sido dado por muerto y los
restos de su casa derrumbados, pone de manifiesto la irresponsable
expansión urbanística en un estado que ya no será conocido únicamente
por cocodrilos, jubilados y huracanes, sino por ser el que más socavones
tiene del país (unos 15.000 según la empresa Core Logic, que los
analiza) y uno de los más poblados, dos datos muy relacionados entre sí.
Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo/2013/03/08/ciencia/1362744661.html
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