El temor a que un fenómeno semejante pueda devorar la Tierra está cada vez más lejos: el LHC no ha encontrado ni uno diminuto
El fin del mundo tendrá que esperar. Por lo menos en su
versión más tecnológica, esa que nos avisaba de que los experimentos del
gran acelerador de partículas (LHC)
generarían agujeros negros capaces de hacerse estables y crecer hasta
devorar completamente la Tierra. El anunciado desastre, sin embargo,
tras varios meses de colisiones a altísimas energías, no se ha
producido. No solo eso sino que, tal y como se explica en un artículo
recién publicado en arXiv.org, los investigadores no han encontrado rastro alguno de agujeros negros de ninguna clase.
Las predicciones de que, en colisiones entre protones a unos pocos teraelectronvoltios (un
electronvoltio es la energía adquirida por un electrón al ser acelerado
por una diferencia de potencial de un voltio) se formarían una serie de
agujeros negros microscópicos, se basan en teorías que tienen en cuenta los efectos gravitatorios en un espacio con múltiples dimensiones.
Se trataría de pequeños agujeros negros que, además, se evaporarían muy rápidamente,
aunque algunos investigadores han asegurado que podrían llegar a
hacerse estables, empezar a crecer y convertirse, por lo tanto, en una terrible amenaza para nuestro planeta.
Sin embargo, los científicos que trabajan en el detector
CMS (Compact Muon Solenoid) afirman que, a energías entre 3,5 y 4,5
teraelectronvoltios, no existe evidencia experimental alguna de que se
hayan formado agujeros negros durante los experimentos. Guido Tonelli,
el físico que hace de portavoz en el CMS, ha llegado a afirmar que la formación de tales estructuras se podría descartar completamente incluso en la próxima tanda de experimentos del detector.
A por el bosón de Higgs
El trabajo forma parte de una tanda de estudios
destinados a buscar posibles efectos inesperados en una máquina
construida para recrear las condiciones que había en el origen del
universo. Pero, por el momento, no se ha producido nada fuera de lo
esperado. "Estamos muy sorprendidos de lo bien que está funcionando la
máquina ahora que realmente hemos empezado a llevarla al límite",
asegura por su parte Steve Meyers, el científico que ha supervisado las
operaciones del gran colisionador de hadrones durante este año.
Este buen funcionamiento ha aumentado la confianza de los
investigadores, que están cada vez más seguros de que podrán detectar
el esperado bosón de Higgs (la partícula que es hipotéticamente responsable de la masa de todas las partículas) incluso antes de lo esperado.
Al principio, los físicos no estaban muy seguros de que
el gran acelerador pudiera conseguir su ambicioso objetivo (detectar el
bosón de Higgs) a su nivel actual de energía. Por eso se planeó un
"parón" de quince meses a partir de 2012 para actualizar la máquina y
hacerla capaz de funcionar a energías superiores.
Pero ahora cada vez son más los físicos que piensan que,
incluso sin esa actualización, el LHC será capaz de explorar lo sucedido
en la mayor parte de los rangos de energía en las que la esquiva
partícula debería de encontrarse.
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