HBP
Un grupo internacional de investigadores, entre ellos algunos españoles, ha puesto sobre el tapete un proyecto colosal. Henry Markram,
coordinador de la iniciativa y una eminencia en el campo de la
Neurología, asegura que puede asemejarse en importancia «a la llegada
del hombre a la Luna o al gran colisionador de hadrones del CERN». Se
trata del Proyecto Cerebro Humano (HBP, por sus siglas en inglés), presentado hoy en Madrid, que pretende simular de forma realista el funcionamiento de nuestra materia gris en un supercomputador, para conocer cómo se relacionan nuestras neuronas y poder probar tratamientos contra enfermedades como el alzheimer, el parkinson, la depresión e
incluso crear nuevas prótesis para personas discapacitadas. Está
impulsado por trece universidades e instituciones de nueve países de la
UE y asociados, entre ellos investigadores de la Universidad Politécnica
de Madrid y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
En esta gigantesca herramienta, cualquier científico podría probar nuevos fármacos y tratamientos sin necesidad de experimentar con animales
ni realizar larguísimos ensayos clínicos con humanos, y además hacerlo
una y otra vez, sin importar los errores, sin riesgos y mucho más
rápido. Los científicos creen que este extraordinario instrumento podría
estar listo en 2023 -aunque cinco años antes llegará el primer
prototipo de la mano de IBM-, pero para hacerse realidad deberá cruzar
una barrera inevitable: el sí de la Comisión Europea para su
financiación. Si es aprobado, resolución que se sabrá en 2012, recibirá
nada menos que 100 millones de euros al año durante una década para su
desarrollo.
Una revolución
«Supondrá una nueva tecnología para el siglo XXI y una verdadera revolución», asegura Markram, investigador de la École Polytechnique Fédérale de Lausanne
en Suiza. «El cerebro se estudia desde hace más de 200 años y el número
de artículos científicos sobre el mismo es de 10 millones; en diez años
habrá 100 millones. Sin embargo, aún no tenemos una visión general de
cómo es ese órgano», explica. El científico cree que ahora es el momento
de realizar ese trabajo, para lo que pretenden crear ocho nuevas infraestructuras tecnológicas de primerísimo nivel.
La primera, que realizará las simulaciones, se ubicará en Suiza y será
«parecida al centro de control de misiones de la NASA». La dedicada a la
neuroinformática irá a parar a Estocolmo y también participará el
Centro de Supercomputación de Barcelona. No solo nacerá una descomunal
infraestructura, sino también un nuevo hardware inspirado en el
funcionamiento del cerebro. La idea es recrear los 100.000 millones de neuronas de la mollera con procesadores.
La
principal aportación del proyecto será la búsqueda de tratamientos
contra las enfermedades del cerebro, patologías que «un tercio de la
población sufrirá en su vida» -especialmente en un mundo cada vez más
envejecido-, y cuya investigación han reducido las farmacéuticas, según
Markram, por su altísimo coste y complejidad. Verificar la bondad de un
medicamento puede llevar unos quince años y supone el sacrificio de
animales y pruebas en humanos. El supercomputador, sin embargo,
realizará simulaciones de estos males «mucho más rápido que con un
organismo vivo y tendrá en cuenta una cantidad ingente de datos. Podrá
probar no solo una droga, sino millares de ellas», lo que facilitará la
llegada de nuevas curas. También impulsará lo que se conoce como
robótica neuroinspirada, robots que funcionen como lo hace el cerebro
humano y sean conscientes de sí mismos, algo que puede abrir el debate
sobre qué es realmente la humanidad.
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