La idea de sacriifcar viejos ejemplares de tecnología
para causar un poco de destrucción se mantiene muy fuerte, y lo que
hacen en estos dos vídeos con pobres procesadores Duron así lo prueba.
El primer vídeo se trata obviamente de un montaje, más allá de
la impresión que causa lo espectacular de la explosión. Pero en el
segundo vídeo no hay ninguna mentira. Colocar un soplete sobre un
procesador de esa forma es algo completamente sin sentido, pero ellos,
están felices de la vida...
Ah, la Nintendo Wii fue algo revolucionario para los
jugadores. Romper la monotonía del pad y agregar movimiento en la
ecuación fue una movida maestra por parte de Nintendo... pero
evidentemente no fue lo único que terminó roto. Desde que la
consola llegó a los Estados Unidos, los reportes de incidentes que
involucraron al Wiimote se multiplicaron por millones, aún con las
medidas de seguridad que Nintendo implementó en el dispositivo. Se llegó
incluso a decir que la correa de seguridad era defectuosa, pero al
final fue inevitable comprender que la sutileza de los movimientos nipones era incompatible con la brutalidad gesticular de Occidente. Y después se preguntan por qué se vendieron tantos LCDs...
No han sido pocas las ocasiones en las que hemos oído hablar de campeonatos de overclocking,
usualmente auspiciados por los mismos fabricantes de placas base. Por
supuesto, estas pruebas a nivel profesional demandan la utilización de nitrógeno líquido,
y aunque sabemos muy bien las consecuencias de su mal manejo, en
sesiones de overclocking de alto nivel el nitrógeno es consumido como si
fuera agua mineral. Además, el hardware utilizado también requiere de
una preparación adicional, como es el caso de una capa aislante sobre la
placa base para evitar los nefastos efectos de la condensación. Ir lo
más rápido que se pueda con la estabilidad suficiente para correr
pruebas, casi como la Fórmula 1. Después de todo, ¿a quién le gustaría
cargar el disipador con nitrógeno manualmente cada cinco minutos?
En momentos absurdos y extremos de tecnología no
podíamos dejar afuera a Windows, a través de las dos versiones que
dejaron huella en los medios gracias a sus fallas catastróficas. Algunos
podrán pensar que esto no es más que hacer leña del árbol caído, pero
cuando el árbol es una corporación de cientos de miles de millones de
dólares... en fin. El primero no es otro más que Windows 98, con su
mente maestra en el escenario, un escáner que se declara en rebeldía
frente al Imperio de Redmond y una pantalla azul que recorrió el planeta. El segundo, aquel convertido, y con mucha razón, en la bolsa de arena de toda una generación: Windows Vista.
No importan las excusas que puedan dar, cuando un sistema confunde
madres con tías y detecta asesinos donde no los hay, lo único que queda
por hacer es revolcarse de la risa.
He estudiado esta clase de vídeos durante meses. Al principio me pareció una aberración, todo un pecado contra natura.
Pero después de varias consultas y decenas de declaraciones en
diferentes foros, decidí hacer una prueba personal. Es increíble, y
completamente absurdo, pero funciona. El truco está en quitar la batería (algo que el primer sujeto no hace)
y en asegurarse que no quede ni un solo rastro de humedad sobre la
placa madre. Hay varias formas de hacer esto. La primera es dejarlo
secar durante días. La segunda es sumergirlo en isopropanol para
acelerar drásticamente el proceso de evaporación del agua. Mi opción fue
exponerlo a una temperatura de entre 40 y 45 grados durante varias
horas. Pero por lo que más quieras, adentro del horno, no.
Todavía sigue vivo el recuerdo de aquella impactante galería de capacitores inflados.
En ese entonces hemos mencionado lo peligrosa que puede llegar a ser la
detonación de uno de estos pequeños demonios... ¿y adivinen qué?
Algunos sujetos han estado volando capacitores a propósito, ya sea con
una sobrecarga para medir su capacidad, o instalándolos al revés por
diversión. Si de por sí los efectos son bastante espectaculares en
espacios abiertos y entornos más o menos controlados, imagina el resultado de una explosión dentro de una carcasa cerrada, y con el capacitor rodeado de otros componentes. Micro-Hiroshima en tu sistema.
Y para cerrar, la suma de toda la estupidez. Un
recordatorio implacable de por qué la ignorancia no es ninguna dicha,
especialmente cuando la electricidad (y no tanto la electrónica o la informática)
está en el medio. Como persona que se ha visto expuesta a diferentes
niveles de tensión e intensidad en forma accidental, estoy calificado
para decir que no se pueden cometer idioteces como esta. Que la pluma terminara incrustada en el zócalo de la bombilla, eso es una casualidad. Pero lo que hace después, no. Lo más probable no será que pienses “pobre tipo”, sino que termines en el suelo revolcándote de la risa. Y está bien, porque es posible que todavía estén tratando de sacar al sujeto del rincón en el que quedó incrustado. ¡Gracias por mirar!
No hay comentarios:
Publicar un comentario