El centenario enigma del origen de los anillos de Saturno podría haber quedado resuelto gracias al trabajo de Robin Canup, astrónomo especializado en planetas del Southwest Research Institute de Boulder, Colorado. En un artículo que se publica hoy en la edición online de Nature, Canup explica el modo en que los misteriosos anillos podrían haberse formado. Un modo, por cierto, dramático y tremendamente violento.
Los anillos de Saturno han fascinado a los astrónomos desde que el holandés Christian Huygens los vio por primera vez, en 1655. Ninguna de las hipótesis formuladas desde entonces, sin embargo, ha conseguido explicar satisfactoriamente la razón de la existencia de esta enorme y ordenada amalgama de partículas de varios tamaños, desde un cm. a más de un metro, y formadas en su inmensa mayor parte por hielo.
Si los anillos, tal y como han sugerido muchos astrónomos, son los restos de una antigua luna ya desaparecida, entonces su composición debería ser mitad hielo y mitad roca, igual que la mayoría de las lunas que orbitan a tanta distancia del Sol.
Pero la nueva teoría formulada por Canup podría explicar la sobreabundancia de hielo en los anillos, que supone entre el 90 y el 95% del total, así como la misteriosa falta de silicatos . Y de paso explicar también las extrañas características de alguna otra de las lunas que orbitan alrededor del gigante anillado.
Una «espiral de la muerte»
Utilizando detalladas simulaciones informáticas, Canup ha llegado a la conclusión de que los orígenes de los anillos de Saturno fueron extramadamente violentos. Cuando el planeta se formó, durante el nacimiento del Sistema Solar hace unos 4.500 millones de años, el disco de gas en rotación que le rodeaba incluía varias lunas del tamaño de Titán, el mayor de los satélites de Saturno.
Pero las interacciones gravitatorias con el gas causaron un "encogimiento" de esas órbitas y así, uno a uno, aquellos satélites primigenios fueron entrando en una "espiral de la muerte" que les hizo precipitarse contra el planeta.
Antes de la colisión de cada una de estas lunas, las enormes fuerzas de marea producidas por la gravedad de Saturno las estiraban y deformaban, arrancando literalmente la mayor parte de su hielo, que era capturado por la gravedad de las lunas restantes. El actual sistema de anillos sería el remanente de la última de estas grandes lunas antes de que se precipitara contra el planeta.
Una luna que, alimentada por el hielo de las demás, era básicamente una enorme bola de hielo alrededor de un corazón de roca. Cuando esta última luna sufrió el destino de las demás y su gran capa helada fue destrozada por las fuerzas de marea, el corazón rocoso cayó, como sus predecesores, en el planeta.
Y los fragmentos helados de esta "luna final", con tamaños comprendidos entre uno y cincuenta km, formaron un cinturón de hielo mil veces más masivo que el actual. Después, 4.500 millones de años de colisiones y choques de estos fragmentos entre sí produjeron las pequeñas partículas que en la actualidad orbitan alrededor de Saturno formando sus anillos.
Choques contra asteroides
El pequeño porcentaje de roca seguramente procede de incontables choques, durante ese tiempo inimaginablemente largo, de los fragmentos de hielo con los asteroides y cometas atraídos por el planeta gigante.
La hipótesis de Canup también es buena para explicar cómo se formaron las pequeñas lunas que en la actualidad se encuentran, como Tetis, justo más allá del borde exterior del sistema de anillos. En la actualidad se conocen 62 lunas alrededor de Saturno, aunque sólo 53 tienen nombre. La sonda Cassini sigue descubriendo nuevas lunas aún en la actualidad.
A lo largo del tiempo, según Canup, los anillos se fueron expandiendo, de forma que las partículas de hielo más alejadas del planeta se encontraron lo bastante libres como para que sus propias atracciones gravitatorias fueran más fuertes que las fuerzas de marea de Saturno, que tienden a separarlas. Se fueron formando así más lunas alrededor del planeta. Un proceso que aún se puede observar en la actualidad, según los datos facilitados por la sonda Cassini.
La nueva hipótesis de Canup es más completa que todas las anteriores y además es consistente con las observaciones actuales. Y resulta, por lo tanto, un escenario muy plausible en el que los anillos pudieron formarse. Ulteriores estudios servirán, no obstante, para confirmar o desmentir esta nueva teoría.
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