Todos hemos visto las enormes plataformas que las empresas del sector utilizan para la extracción de crudo. Son prácticamente una ciudad flotante, que se remolca hasta el sitio donde previamente se ha determinado que la explotación de los recursos fósiles existentes debajo de la corteza marina será redituable. Una vez allí, la plataforma se encarga del resto: sus equipos permiten realizar la perforación del lecho marino, entubar el pozo, extraer el negro producto desde las entrañas de la Tierra, y embarcarlo en superpetroleros que se encargarán de llevarlo hasta las refinerías donde, procesos químicos mediante, se convertirán en los combustibles que tan gustosamente quemamos. Pero todo ese proceso no está -ni mucho menos- exento del peligro que representan los accidentes. Como ha quedado tristemente demostrado, la operación de estas plataformas suele producir enormes desastres. En Petrobras creen que gran parte de estos accidentes podría evitarse si toda la maquinaria que normalmente se encuentra flotando sobre el mar se ubicase en una “cuidad submarina”, asentada en el lecho oceánico. Según Carlos Tadeu Fraga, del Centro de Investigaciones de Petrobras, Brasil tiene la intención de substituir las plataformas de perforación de alta mar por ciudades submarinas completamente automatizadas. El proyecto, explica Fraga, contempla instalar la maquinaria necesaria para la extracción y robots a 6000 metros por debajo de la superficie del mar, operadas por humanos de forma remota. El equipamiento instalado en estas ciudades se encargaría de separar el petróleo de la arena y el agua, e incluso generar la energía que necesita para funcionar.
“Nuestro objetivo”, dice Fraga, “es que dentro de diez años no se necesitan plataformas petroleras tradicionales". No está demasiado claro la forma en que este nuevo tipo de instalación eliminará los riesgos de derrames, ya que muchos de los eslabones poco seguros de esta cadena siguen presentes -aún hay que perforar, entubar, y enviar el crudo a la superficie del mar- pero no deja de ser auspicioso que los ingenieros estén pensando en formas de explotación que tiendan a minimizar el impacto ecológico. Las ciudades imaginadas por Petrobras también podrían encargarse de la extracción de combustibles de las arenas petrolíferas. Con los precios del petróleo nuevamente mostrando una tendencia al alza, muchos analistas creen que este tipo de operación será muy rentable dentro de pocos años. Las arenas petrolíferas de Canadá, por ejemplo, se han convertido en una especie de “nueva Medio Oriente”, con decenas de empresas invirtiendo más de cien millones de dólares solamente en el norte de Alberta. Si Brasil logra hacer esto de forma segura, en el lecho marino, seguramente habrá dado un paso más en su consolidación como potencia emergente. Se trata de un reto impresionante, no carente de riesgos. Petrobras no ha expuesto los detalles necesarios como para poder evaluar los posibles beneficios o peligros asociados con estas ciudades submarinas automatizadas, pero seguramente lo hará pronto. Mientras tanto, solo podemos esperar.
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