España contra Holanda. Quien haya apostado por esta final del Mundial debe considerarse con justicia un adivino. Por primera vez hay una final europea fuera en un continente que no sea Europa. Esto es tan destacable como el hecho de que para la gran favorita, España, es la primera final mundialista en la historia de su federación. Y los holandeses tuvieron que esperar 32 años a una nueva oportunidad.
En el fondo deseaba que Alemania estuviera el domingo en Johannesburgo. El equipo alemán pasó por este Mundial con la mayor brillantez. Ya tuvo mucha clase lo que hizo en octavos de final con el brillante 4-1 contra Inglaterra, donde el delantero Rooney fue desactivado; y en cuartos de final con el sencillo 4-0 sobre otro equipo favorito, Argentina, donde Messi, el mejor jugador del mundo, también fue desactivado.
Estoy seguro de que Alemania, sin la suspensión de Thomas Müller, cuya tarjeta amarilla por mano contra Argentina fue un chiste malo, hubiera tenido una oportunidad de victoria contra España.
Müller es un fenómeno cuando aparece cerca de la portería. Pero no tanto por marcar dos goles contra Inglaterra o por cabecear el 1-0 contra Argentina a los pocos minutos de iniciado el partido. Aún me acuerdo cómo asistió desde el suelo a Klose para el 2-0. Es decir, es peligroso incluso cuando apenas se lo ve.
Realmente fue una pena que faltara. Aunque espero que Alemania tenga un gran futuro. El equipo, que tiene una edad media de 25,3 años, mostró que Alemania no sólo vive de lucha y fe en la victoria, sino que también tiene buen manejo del balón.
Los españoles no me habían convencido durante todo el torneo, algo que se debe seguramente a que Torres, del Liverpool, era un delantero triste sobre el campo, que sentía que tras su operación de menisco no podía desarrollar su temida velocidad.
Pero quedaba la magia con el balón del habilidoso Iniesta y las combinaciones de ensueño de Xavi. En España parece que está prohibido empezar un ataque si la pelota no pasa tres veces por Xavi. Por un lado me encanta ese estilo combinativo. Por otro, a veces tengo la sensación de que los españoles podrían estar pasándose el balón toda una noche sin marcar un gol, si no fuera porque tienen a Villa, autor de cinco tantos.
De todas formas, España es favorita en esta final porque el bueno de Del Bosque, su entrenador, casi siempre tiene éxito. Ya fue así antes en el banco del Real Madrid. Pero sobre todo es favorita porque este conjuntado equipo, en el que hay seis jugadores del Barcelona y tres del Real Madrid, se entiende magníficamente por encima de toda rivalidad. Tanto dentro como fuera del campo.
Holanda no puede encerrarse en la final como lo hizo Suiza en el primer partido, en el que los españoles encajaron su única derrota, con un 1-0 ante el equipo dirigido por nuestro antiguo entrenador en el Bayern, Ottmar Hitzfeld.
Fue la segunda derrota en los últimos 54 partidos del campeón de Europa, que pronto se convertirá también en campeón mundial. O eso debemos al menos imaginar.
Si los españoles, sobre todo en la segunda mitad, incrementan el ritmo del juego, si Sergio Ramos sube la banda adecuadamente, Xabi Alonso dispara desde la segunda línea y Torres explota quizá en la final, entonces los holandeses no tienen ninguna oportunidad. Pero en realidad sí tienen una.
Conozco a mis dos holandeses del Bayern Múnich. Nadie es más capaz de destruir y reactivar un partido mejor que Mark van Bommel. Nuestro capitán en el Bayern tiene en la selección holandesa aún más poder que en Múnich. El entrenador, Bert van Marwijk, es su suegro, pero los dos manejan la situación tan bien que no hay celos.Luego está el extremo Arjen Robben, que en Múnich hace tiempo que es el preferido del público. Su truco de driblar desde la derecha hacia dentro para poder disparar con su fuerte pierna izquierda es bien conocido. Pero los defensas siguen cayendo, porque Robben es muy rápido.
Además de Robben, hay un segundo jugador descartado por el Real Madrid, Sneijder, ahora en las filas del campeón de la Liga de Campeones, el Inter de Milán. Actualmente está tocado por la suerte. Cuando dispara, la pelota siempre va con peligro hacia la portería porque un defensa se la desvía. Además, me gusta la velocidad con la que Van Persie se fabrica las ocasiones de gol.
Puedo imaginarme que el domingo tendremos una gran final. Una gran final como digno cierre de un Mundial en el que Sudáfrica pudo brillar, de un Mundial en el que mucha gente disfrutó sobre el terreno y también en las zonas de aficionados en muchos países del mundo
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